Tras el segundo capítulo, dedicado al Proceso artesanal y de rotación, ahora vamos a centrarnos en el proceso de acabado. Un equipo especializado de técnicos altamente capacitados monta cada uno de los componentes de la montura y los pule a mano, en un proceso similar al que se sigue en la alta joyería. Después, se revisa el ajuste usando un micrómetro con tolerancias de una fracción de milímetro, consultando cuidadosamente el dibujo del diseño original. Con una meticulosa atención al detalle, hasta las más mínimas imperfecciones son identificadas y corregidas siguiendo estrictas normas de calidad. El resultado son unas gafas elaboradas con exquisitez, autenticidad de diseño y una integridad perdurable.
El tornillo se inserta en la bisagra para fijar las varillas y el frente de la montura.
Cada montura es inspeccionada y pulida a mano mediante el uso de una rueda de pulido que elimina cualquier imperfección.
Se inserta la lente de demostración, revisando el eje de la lente según dicta el diseño.
Una vez se ha montado por completo, la montura se calienta y se ajusta, para asegurarse de que el ajuste de extremo a extremo, la curva facial y la alineación de la varilla se adapten a la perfección, como en el diseño original. Una vez terminadas, las monturas se colocan en el estuche, listas para ser enviadas a una óptica autorizada.