Una carta de amor a la ciudad de Nueva York

¿Qué hace que Nueva York sea una de las mejores ciudades del mundo? Probablemente su gente. En su conjunto, encarnan un espíritu emprendedor, una actitud que desafía los límites establecidos, un sentido del estilo seguro de sí mismo, una innovación artística sin igual y, quizás lo más importante, una aplastante resiliencia que combina a la perfección con la energía de esta jungla de asfalto. Los neoyorquinos hacen las cosas a su manera. Siempre lo han hecho y siempre lo harán, pero hay mucho más de lo que se ve en la superficie. Los neoyorquinos simplemente se comportan de manera diferente, y no lo hacen de forma intencionada o premeditada, se trata más bien de un sentido de determinación mezclado con un nivel ideal de despreocupación. Igual que ocurre con las monturas de Oliver Peoples, no hay jaleos ni pretensiones, la tradición y el equilibrio siempre mandan.
Parte de lo que hace que Nueva York sea tan excepcional es que rara vez conoces a alguien que haya nacido y se haya criado en la isla.
La mayoría de las personas vienen a encontrarse a sí mismas o incluso a reinventarse y, finalmente, encuentran su hogar. Lo mismo le ocurrió a Oliver Peoples, que echó raíces en la ciudad hace más de 20 años con la apertura de su boutique en el SoHo, su segundo establecimiento después de su tienda insignia de Los Ángeles. Actualmente, Oliver Peoples ha aumentado su presencia en la ciudad con cuatro establecimientos. Esta accesibilidad, sumada a la relevancia de Oliver Peoples, le ha otorgado a la marca un tácito sello de aprobación. El estilo urbano elegido por los neoyorquinos —refinado, seguro y clásico—, combina a la perfección con la estética de Oliver Peoples. Si te tomas un minuto para observar a los neoyorquinos caminar por las calles de la ciudad, te darás cuenta de que su look preferido a menudo incluye unas Oliver Peoples.
Para este Día de San Valentín, hemos querido tomar una perspectiva poco tradicional para documentar otro tipo de amor: la gran admiración que puedes sentir por una ciudad que sientes tuya, y ahora más que nunca, Nueva York merece este reconocimiento. Para celebrar nuestro amor por la isla (y los distritos circundantes), hablamos con cinco de sus antiguos residentes sobre cómo los matices de Nueva York han dado forma a las personas en las que se han convertido y por qué, a pesar de las circunstancias (especialmente durante este último año), han venido para quedarse.

¿Quién eres? ¿A qué te dedicas?Soy hijo, hermano y amigo y me gano la vida arreglando cosas. Puedo ganarme la vida contando historias y eso es lo que siempre he querido hacer. Conecto con la gente, creando un contexto para los rituales más íntimos de la vida de las personas. ¿Qué significa Nueva York para ti?Libertad: la libertad para caminar donde quiera, en cualquier momento del día y descubrir tesoros ocultos. La ciudad me da lecciones de humildad de una manera que me conecta con el mundo. Me doy cuenta de que eso ha moldeado drásticamente cada aspecto de mi persona y mi vida. ¿Qué te atrajo de Nueva York? ¿Qué te ha mantenido aquí?Es una sensación constante de cambio y evolución: como ciudad, como individuo, como comunidad, como barrio, una presencia de opciones culturales. Nueva York te ayuda a definir (y también a romper) lo que quieres, lo que necesitas y la dirección en la que te encuentras, sea cual sea. Incluso con el diseño, gran parte del trabajo que produzco cambiará una y otra vez. La decoración se convierte en una órbita y los objetos son los planetas. Del mismo modo, Nueva York me mantiene en una órbita propia. Desde que llegué aquí, me siento feliz de trabajar y evolucionar con ella lo mejor que puedo. ¿Qué es lo que más te gusta de tu hogar?El apartamento en el que estoy ahora ha sido una obra de amor en sí misma, incluso hoy en día, sigo añadiendo detalles como marquesinas de yeso, puertas de madera decapada, cambio de lámparas, que realmente son un reflejo del sosegado sentimiento romántico del espacio… ¿Cuál es el aspecto más resiliente de la ciudad de Nueva York?Su espíritu. Nueva York es una hermosa amalgama de numerosas vidas entrelazadas, edificios y búsquedas. Creo que estos son elementos integrados invisiblemente en las propias estructuras que definen el perfil urbano clásico de la ciudad. Es un lugar que, independientemente de las derrotas que sufra, nunca perderá el pulso. Cuando llegaste aquí por primera vez, ¿te sentiste como en casa de inmediato?Mis padres me dejaron en la residencia universitaria de Midtown Manhattan y estaba convencido de que había cometido un terrible error. Incluso al volver a Nueva York después de viajar a otro lugar, necesito un minuto para volver a hacerme al ritmo de la ciudad. Es como pisar las cintas transportadoras de los aeropuertos, un poco brusco al principio, pero una vez que te acostumbras, no puedes imaginarte el aeropuerto sin ellas.